viernes, 22 de julio de 2011

Sin tiempo


Mire a donde mire, veo que se me escapa. Y no sólo de una forma. Se va por todas partes; fluye y desaparece, sin dejar nada más que el recuerdo.
Se agota, y no existe ninguna manera de recuperarlo.
No existe la lealtad.
No le debo lealtad a nada ni nadie; de igual modo que nadie me debe lealtad a mí.
Porque estamos solos, en este enorme mundo, lleno de personas, cada una con su propia vida.
Todos vivimos en realidad solos, aunque algunas personas no conocen esos límites.
Son personas a las que llegamos a admirar, personas a las que las vidas de los demás son tan importantes como la suya propia.
Al contrario de lo que es normal en esta sociedad...




Pero eso a nadie importa.
Estas palabras no importan a nadie, salvo a mí mismo.
¿Que por qué lo escribo entonces? Para sentirme bien.
Sería incluso mejor si nadie leyera esto, porque entonces podría ser realmente sincero.
Pero entonces piensas en ese par de personas que lo saben todo.
Esas personas que realmente rompen los límites comunes...
Pero esas personas no son las únicas.
Hay muchos otros que han roto esos límites con una simple sonrisa.
Y eso es tan especial como todo lo demás.

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